Dentro de poco terminará esta tarde por desvanecerse a nuestras espaldas y después de esto la única salida será caminar firmemente hacia el sur, siguiendo la misma ruta que antes, retomando cada huella de vuelta a casa—suspiró y volvió hacia él, tomó su cartera y retiró un cigarrillo.
—¿Todo empieza por las despedidas,
verdad?—le preguntó mientras le veía de frente al mar, como contemplando el
último rayo de sol.
—No pienso dejarte ir sin mí. Estoy
enamorada, enamorada de ti, de tu sonrisa, de tus días. —respondió acercándose
lentamente hacia él—Te entrego mi vida ahora mismo. Y si acaso entregarte mi
vida no es suficiente, te entrego también mi muerte. Es tuya mi eternidad.